Los ríos que bañan las tierras de esta región no solo proveen de riqueza natural la zona, también facilitan el comercio, el acceso al interior del lugar y suministran innumerables insumos a su cocina. Su territorio corresponde al 42% de Colombia y es el área menos habitada del país.
Al occidente está enmarcada por la cordillera de los Andes y se extiende hacia el oriente hasta las fronteras con Brasil y Venezuela; de norte a sur se expande desde los ríos Guaviare y Vichada hasta el Putumayo y el Amazonas.
Su fogón está determinado por la herencia indígena que, a grandes rasgos, busca sacarle el mayor provecho a los recursos naturales. Su base es, desde luego, el pescado, particularmente el piracucú, que se caracteriza por ser la especie de agua dulce con las escamas más grandes.
Sin embargo, existen otros peces como el dorado y pintadillo con los que se preparan diversas viandas, entre los que se encuentra la pataresca, receta que simboliza la cocina amazónica colombiana. Esta preparación consiste en condimentar los pescados con ajo, pimentón y cebolla y, posteriormente, asarlos dentro de hojas de plátano.
Otro plato que goza de tradición en la mesa amazónica es el mojojoy, una nutritiva larva que se aprecia en los resguardos indígenas. Sus preparaciones varían entre asada, frita o rellena de carne y pollo. También se destacan el casabe o pan indígena, torta elaborada con yuca brava, tal vez la primera comida indígena que conocieron los españoles en el Caribe, e incluso sin variación es tentación en los hábitos comestibles de nuestra Costa Caribe; la fariña que también proviene de la yuca brava; el tucupí, salsa negra y picante; el iyuco, caldo elaborado con pescado, hormigas, semillas y hojas silvestres; el capón de ahuyama; el pan de arroz; el guiso de tortuga y la boa ahumada.