En Cartagena los relojes son de sal y el tiempo viaja con el viento. (Historia de un mural renacido)
En las tardes de noviembre, el sol golpeaba sin contemplación al inmenso retrato de una hermosa e inmensa mujer. De mirada cerrada e intención solemne, en sus manos protegía un prisma traslúcido, provocador de surcos de colores creadores e inquietos.
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